jueves, 14 de octubre de 2010

Viaje a Teutila

Nuestro viaje a Teutila, Oaxaca, octubre del 2010



Ni los derrumbes ni las amenazas de lluvia y niebla nos impidieron viajar a San Pedro Teutila “el pueblo del polvo” o Dobahucú “la casa de adobe”, en cuicateco (Dó - adobe, Bahacú – casa). Un pequeño poblado de poco más de tres mil personas que habitan en el norte de la sierra mazateca, en Oaxaca. Nos fuimos de madrugada y nos amaneció en Tuxtepec, Juani y Natalia se nos unían.










De Tuxtepec viajamos a San Felipe Jalapa de Díaz, en el camino hicimos parada en las presas Cerro del Oro y Temazcal, separadas por este puente, la mañana era fresca y la niebla acobijaba las montañas a lo lejos.











Esta presa Miguel Alemán (Temazcal), provocó en 1950 inundaciones que obligaron a cerca de 80 poblados, aproximadamente 20,000 mazatecos a ser desalojados por el gobierno mexicano, dispersándolos y afectando su unidad. Semanas atrás provocó de nuevo inundaciones en varios poblados de Oaxaca, esta belleza que puede fascinarnos oculta un pasado doloroso.








Al llegar a San Felipe Jalapa de Díaz, tomamos una camioneta que nos llevaría a todos hasta San Pedro Teutila por una sierra mojada, llena de lodo, de difícil caminar, pero bella en su viva humedad.












Parecía que caeríamos, se necesita mucha determinación para conducir estos caminos, cualquier duda puede ocasionar un atasco. Felipe, que nos llevaba en su camioneta, hizo el camino transitable como pudo.












A lo largo del camino, nos acompañó en ocasiones el río Santo Domingo,




un río de agua clara que hoy estaría revuelta luego de las inundaciones.









En San Pedro Teutila, nos esperaba éste otro mundo que, en el ritmo de la ciudad, a veces olvidamos. ¡Qué satisfacción haber llegado luego de 10 horas de camino!














San Pedro Teutila

















Luego de una deliciosa comida que nos compartieron las hermanas comuneras, nos disponíamos a acompañar a una de ellas, la hermana Coco para conocer Chapulapa, otra comunidad de la sierra, a hora y media de Teutila.






Mientras esperábamos, recordábamos nuestra infancia sin internet y con canicas.






Y el transporte nunca llegó. Nos cansamos de esperar




y nos fuimos a caminar por ahí.


















Y esto fue lo que encontramos























La gente de la comunidad es hospitalaria, amable y buena para conversar.










Las ruinas de este tempo construido en 1860, son leyenda en la comunidad pues se cuenta que el techo estaba hecho de paja, pero unas bolas de energía dieron fuego y acabaron con la Iglesia, que quedó “encantada”. Desde entonces ha sido imposible sustraer su campana.





































En la noche, este espacio mágico, dentro de las ruinas, sorprende con un espectáculo de luciérnagas.









A la mañana siguiente, de regreso a San Felipe Jalapa de Díaz, vimos cómo nacían las nubes entre las montañas, el ojo de una cámara no logrará jamás captar la belleza que el ojo humano percibe.








Este es el "cerro Rabón", que aparece como un guardian del camino.










Al llegar a San Felipe Jalapa de Díaz, Berta y su familia nos esperaban







con una delicioosa comida preparada en el fogón de leña




Había tianguis en San Felipe, así que aprovechamos para dar un recorrido. Mientras, nos refrescábamos tomando popo, una espuma de cacao dulce y fresca.




Y entonces, emprendimos el camino de regreso, la ciudad nos esperaba, estábamos cansados, pero satisfechos.




Un hermoso camino que no habíamos podido apreciar cuando veníamos de noche, nos tomó por sorpresa.











Pudimos observar los estragos de las lluvias en este puente, a la salida de Tuxtepec, que en días anteriores había entorpecido enormemente el flujo de automóviles.









Y el Pico de Orizaba nos recibía así a nuestro regreso.









Antes de llegar al DF, todavía nos permitimos ir a Tlaxcala acompañando a Mary Carmen, cenamos mole y tamales muy rico con su mamá y paseamos por el centro.





Llegamos de noche al Distrito Federal con pocas horas de sueño durante el fin de semana, cansados, pero con una sonrisa en el rostro que tardó días en borrarse.







El viaje cumplió sus objetivos, se volvió a hacer contacto con la comunidad de Teutila y se han iniciado las pláticas para proyectos a corto plazo, de ahora en adelante, nos concentraremos en el esfuerzo que necesitamos hacer para conseguir los juguetes para los niños en enero, los cursos y talleres técnicos intermitentes y la caravana de la alegría en mayo, este viaje ha sido sólo el inicio.








¡Gracias a todos!




¡Fue un excelente viaje!